Estaba un señor Cuervo posado en un árbol, y tenía en el pico un queso. Atraído por el tufillo, el señor Zorro le habló en estos o parecidos términos: “¡Buenos días, caballero Cuervo! ¡Gallardo y hermoso eres en verdad! Si el canto corresponde a la pluma, os digo que entre los huéspedes de este bosque tu eres el Ave Fénix”. El Cuervo al oír esto, no cabía en la piel de gozo, y para hacer alarde de su magnífica voz, abrió el pico, dejando caer la presa. La tomó el Zorro y le dijo: “Aprended, señor mío, que el adulador vive siempre a costas del que le atiende; la lección es provechosa; bien vale un queso”. El Cuervo, enfadado, juró, aunque algo tarde, que no caería más en la trampa.
Blog de Estudiantes del Instituto Superior de Formación Docente Nº 166 de Tandil de la carrera Tecnicatura Superior en Bibliotecología
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